El año 1976 es clave, no sólo para Steve sino también para Apple, más particularmente porque en este momento nació la compañía de la manzana. Dicho de otro modo, en el garaje de una casa, Jobs, Wozniak, y Ronald Wayne, fundaron Apple. Más tarde, recibieron financiación por parte de Mike Markkula pero lo importante de este momento fue la creación y el lanzamiento de Apple I, la primera verdadera computadora hogareña. Jobs comenzó a mostrarse como líder desde aquel entonces: empujo el desarrollo de los equipos Mac y entendió hacia donde debía ir el futuro. Es decir, ya desde esta temprana etapa de la compañía, Steve Jobs se mostró como un gran líder y visionario, algo que, inesperadamente, tendría un impacto negativo.
Hacia 1978, Apple estaba expandiéndose y necesitaba de más personas, de más profesionales capacitados que asuman diferentes roles para su funcionamiento. A partir de este momento, se contrató personal y entre estas personas es posible destacar a Mike Scott de National Semiconductors, quien asumió el rol de CEO en algunos de los años más difíciles de la empresa. Más tarde, en 1983, Steve convenció a John Sculley para que abandone Pepsi-Cola y se una a Apple.
Para muchos, los siguientes años de apple fueron maravillosos: se lanzó Publicidad del superbowl 1984 y Steve presentó el Macintosh a un público tremendamente exaltado y entusiasta. Este fue el primer pequeño ordenador con interfaz gráfica que tuvo éxito comercial. Ahora bien, como adelanté hace instantes, para muchos estos años de Apple fueron maravillosos pero no lo serían del todo para Steve jobs. Descrito por algunos como una persuasivo y carismático director, para otros empleados Jobs era un manager temperamental y errático. Con el tiempo, hacia finales de 1984, la relación entre Jobs y Sculley se deterioró, y a finales de mayo de 1985 (luego de una lucha de poderes internos, de una estrategia por conseguir aliados y seguidores) Sculley despidió a Jobs. En simple español, el fundador de Apple fue echado de la compañía que él creó. Muchísimos años más tarde, en una mezcla de reflexiones que fusionaban optimismo y un análisis de su trayectoria, Jobs confesó que haber sido despedido de su compañía fue lo mejor que podría haberle sucedido.
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